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Los esclavos en la Edad Media y la Edad Moderna

Autora: Mariona Bustio Alegre, 1º C (2014/15)

esclavos1La Edad Media y la Modernidad fueron épocas de cambios y grandes acontecimientos, todos ellos influidos de una forma u otra por la omnipresente Iglesia. Hemos visto que gracias a la doctrina Cristiana del socorro al pobre y al débil para conseguir la salvación, han aparecido nuevas formas de concebir los cuidados que han permitido que lleguemos a los modelos y organización actuales. Pero mientras veíamos que una enorme maquinaria asistencial e institucional se generó en torno a las clases marginales, me surgió la duda de si los esclavos, los olvidados de la historia, entraban en esta categoría o iban a parte.

Y esta duda me generó otra: ¿La Iglesia, esa ardida defensora de la caridad y amor al prójimo, por qué no se mostraba contraria a la esclavitud? ¿Por qué pretendía evangelizar a los “salvajes” del Nuevo Mundo para que alcanzaran la salvación? ¿Eran estos diferentes a los esclavos negros que habían existido hasta antes del descubrimiento de América (y que se perpetuaron hasta la abolición de esta praxis)? Bien, la repuesta es sí.

La justificación de la esclavitud

La esclavitud fue uno de los negocios más lucrativos que ha existido, y muchos Imperios se levantaron sobre la misma. Y eso convenía mantenerlo. Había varias maneras de volverse esclavo: Ser prisionero de guerra, ser atrapado robando o cometiendo algún otro delito menor y ser secuestrado en tu lugar de origen por los esclavistas. En los primeros dos casos la Iglesia podía justificar que a esas personas se les diera ese trato por ser considerados enemigos y pecadores, pero, ¿cómo justificar el tercero? Los amos de esclavos domésticos, quienes con el tiempo acababan encariñándose de sus “posesiones” por tener con ellas un trato más directo, podrían llegar a cuestionarse la idea de que esas personas careciesen de alma y no mereciesen el socorro y la salvación que el Ministerio predicaba.

Cierto es que el aspecto lucrativo que planteaba tener a un esclavo podría acallar la mayoría de esos pensamientos, pero del mismo modo que surgieron voces de protesta cuando se instauró el comercio de indulgencias, podrían también haber surgido otras predicando que el socorro también debía darse a esos seres humanos, y que era inmoral el comercio con ellos. Pero eso no ocurrió. La Iglesia halló la explicación perfecta para defender el comercio de esclavos negros en el siglo III y ésta permaneció hasta el siglo XIX. Y esa explicación la halló en el aspecto físico más visible de los esclavos: El color de su piel.

“Y Jehová dijo a Caín: ¿Dónde está Abel tu hermano? Y él respondió: No sé. ¿Soy yo acaso guarda de mi hermano?
Y él le dijo: ¿Qué has hecho? La voz de la sangre de tu hermano clama a mí desde la tierra.
Ahora, pues, maldito seas tú de la tierra, que abrió su boca para recibir de tu mano la sangre de tu hermano.
Cuando labres la tierra, no te volverá a dar su fuerza; errante y extranjero serás en la tierra.
Y dijo Caín a Jehová: Grande es mi castigo para ser soportado. He aquí me echas hoy de la tierra, y de tu presencia me esconderé, y seré errante y extranjero en la tierra; y sucederá que cualquiera que me hallare, me matará.
Y le respondió Jehová: Ciertamente cualquiera que matare a Caín, siete veces será castigado. Entonces Jehová puso señal en Caín, para que no lo matase cualquiera que le hallara.” Gen 4:9-15.

Efrén de Siria, un padre de la Iglesia del siglo IV, afirmó que “Abel era brillante como la luz/pero su asesino (Caín) era oscuro como la oscuridad”. En el cristianismo armenio, en el llamado “Libro de Adán” (siglo V-VI d. C.) está escrito: “Y el Señor estaba enfurecido con Caín. Tocó el rostro de Caín con lluvia, que se ennegreció como carbón, y su rostro se quedó negro”. El libro irlandés Saltair na Rann (El Salterio en Verso, año 988) muestra al arcángel Gabriel anunciando a Adán “El oscuro e irresponsable Caín va a matar a Abel”. Y finalmente, según la beata y mística católica Anne Catherine Emmerich: “Los descendientes se hicieron cada vez más oscuros. Los hijos de Ham, hijo de Noé, eran más morenos que los de Shem. Las razas más nobles son siempre de color más claro. Quienes heredaron la marca (de Caín) engendraban hijos con la misma marca, y a medida que su corrupción se incrementaba, la marca también se incrementó hasta cubrir todo el cuerpo y la gente se volvió cada vez más oscura. Pero al principio no existía gente completamente negra, las personas se volvieron negras progresivamente”.

Estos son los estamentos en los que la Iglesia basó su defensa de la esclavitud. Dios castigó a Caín y a sus descendientes con la piel oscura, marcándolos como pecadores, por lo que compadecerlos o tratar de salvarlos era un sinsentido, hacerlo sería ir en contra de la voluntad del Señor y la gente quería la salvación y el Cielo. Así las conciencias de aquellos que pudiesen sentir dudas para con los esclavos negros, quedaban disipadas.

Aspectos jurídicos

Resuelta ya mi segunda pregunta, pasemos a la primera: ¿Cómo se establecían los cuidados de los esclavos? Empezaré por el apartado jurídico de la esclavitud, centrándome en las políticas seguidas por el Imperio Español. Se redactaron numerosos tratados, códigos y cédulas para regular la compra, comercio y cuidado de los esclavos, ya que este negocio era una de las principales fuentes de ingresos del Imperio y continuamente generaba conflictos entre esclavistas y compradores, que podían llegar a saturar los tribunales de justicia en sus pleitos por la venta de “productos defectuosos”.

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Citaré un documento que suscita especial interés por su directa referencia al cuidado y trato de los esclavos. Se trata de la Real Cédula de Aranjuez (31 de mayo de 1789). En ella se toma un enfoque diferente al que había habido hasta el momento, pues se especifica que el amo debe procurar un buen trato y cuidados a sus esclavos para que la productividad y desarrollo de las colonias americanas prospere. Además se establecen sanciones para aquél que no cumpla dichas ordenanzas. Voy a citar un fragmento específico del capítulo VI (llamado “De los viejos y enfermos habituales”), capítulo dedicado a las ordenanzas sobre el cuidado del cuerpo y la salud de los esclavos negros:

«Los esclavos que por su mucha edad, ó por enfermedad, no se hallen en estado de trabajar, y lo mismo los niños y menores de qualquiera de los dos sexos, deberán ser alimentados por los dueños, sin que estos puedan concederles la libertad por descargarse de ellos, á no ser proveyéndoles del peculio suficiente á satisfacción de la justicia, con audiencia del procurador síndico, para que puedan mantenerse sin necesidad de otro auxilio».

La creencia popular de que los esclavos negros eran físicamente superiores a los blancos y los nativos americanos prevaleció durante largo tiempo, por lo que los cuidados de la salud de los mismos no se tuvieron demasiado en cuenta, pues se creía que esa resistencia natural les ofrecía inmunidad frente a las epidemias y enfermedades que asolaban los continentes, y que eran capaces de resistir los castigos físicos de sus amos sin secuelas. Por esa razón, los esclavos se clasificaban en distintas categorías, y su valor dependía del sexo, la edad, las condiciones físicas y las habilidades que tuvieran como artesanos. Pero la cualidad de mayor relevancia estaba relacionada con su procedencia, es decir, si era bozal (recién llegado de África), ladino (adaptado) o criollo (nativo), siendo los bozales los más cotizados y caros.

La salud de los esclavos

Ese falso mito generó muchos problemas jurídicos y económicos, pues cuando finalmente los esclavos contraían una enfermedad incurable, su amo invertía capital en su cuidado (pensando que eventualmente se curarían generando suficientes beneficios para recuperar la inversión) y éstos no mejoraban, el amo denunciaba al vendedor por haberlo estafado. Esto se legisló de modo que los problemas de salud que presentaban se tomaron como «tachas» y «vicios», asuntos que devaluaban al esclavo en el comercio. Los principales defectos en los que se fijaban quienes los comercializaban, para no cometer el error de adquirirlos, fue la gota coral, el mal de corazón, las bubas u otros defectos como ser ladrón o borracho, aunque si alguna de estas «tachas» aparecía, quien adquiría el bien tenía la alternativa de exigir en el lapso de seis meses la acción «reedibitoria».

La evaluación médica de los esclavos la realizaba un médico o cirujano, y documentos de la época nos muestran las pruebas que se les realizaban, todas bastante similares a lo que nombraré a continuación:
– Se les liberaba de los grilletes.
– Se les examinaba la vista y la boca.
– Se les hace saltar, correr y mover las extremidades de distintas formas.
– Se les desnuda y examina los genitales, buscando posibles síntomas del mal de extranjería (sífilis).

Pero este concepto de superioridad física e inmunidad fue cambiando paulatinamente, cuando los amos se dieron cuenta de que esas “tachas” eran las mismas epidemias que les afectaban a ellos y que ignorarlas solo les reportaría pérdidas económicas. En el siguiente fragmento de texto (parte de un informe redactado en 1703 por Gerónimo Guzmán Céspedes, procurador general de la ciudad de Antioquia, Nuevo Reino de Granada), vemos esa toma de conciencia:

«[…] También les consta a vuestras mercedes que hace un año que corre una epidemia en todos los reales de minas desta jurisdicción a donde se han muerto mucho número de negros, y oy está actualmente picando en dichos reales y en esta Ciudad, cuyo tiempo han estado los minerales sin labor y los negros, unos enfermos, otros convalecientes y los demás cuydando de sus compañeros lo qual es matteria tan pública constante y verdadera que, si fuere necesario, ofresco la prueba; no refiero dos rigorosas pestes que han padecido en esta ciudad y su provincia en los años antecedentes en que quedó asolada esta Ciudad, la dicha Villa, los minerales y pueblos de los indios en que perdieron la vida más de dos mil personas libres y esclabos porque es constante, público y notorio en todo este Reyno […]»

El cuidado de los esclavos

En este texto también apreciamos quiénes eran los encargados de los cuidados de los esclavos enfermos, sobre todo en las minas: Los capitanes de cuadrilla (los esclavos a cargo de supervisar que el trabajo se hiciera) eran los encargados de cuidar de sus compañeros enfermos, y en caso de que las dolencias de estos superasen sus capacidades, le pedían al amo que les diese permiso para ir a ver a un médico. Por desgracia los amos de grandes cuadrillas de esclavos solían desoír las peticiones de sus esclavos de buscar ayuda médica, pues eso les ocasionaba un gasto que no estaban dispuestos a correr a no ser que gran parte de la cuadrilla estuviese enferma y no pudiese trabajar, cosa que les reportaría pérdidas económicas. Los esclavos domésticos, por otro lado, generalmente gozaban de mejores atenciones sanitarias, pues al ser menores en número que los esclavos de las minas y plantaciones, interesaba que se mantuviesen sanos, ya que su ausencia se notaba más.

Otros de los encargados de cuidar de los esclavos enfermos eran enfermeros que atendían hospitales específicos para esclavos, como el Hospital de San Bartolomé en Lima (en uso a partir de 1734, no fue exclusivo para esclavos, pero tenía una gran área dedicada a los mismos), en el que acudían los amos con los esclavos afectados de cualquier mal. Cabe mencionar también que la asistencia de los que acudían al hospital no era gratuita, el amo debía abonar un precio una vez su esclavo se recuperaba o moría. Es importante destacar el hecho de que la mayoría de esclavos eran atendidos por estos profesionales, ya que resultaba mucho más barato para el amo pagar a un enfermero, barbero, sangrador o comadrona que a un médico. Por otro lado los barcos negreros sí contaban con un médico a bordo, encargado de que la “mercancía” llegase en óptimas condiciones al punto de venta.

Aunque los esclavos fueran el sector más marginal y no considerados más que objetos, hubo algunas personas que sí los trataron como los seres humanos que eran, como algunos cristianos movidos por la caridad y una figura dentro del seno de la Iglesia que fue muy importante en el cuidado de los mismos: San Pedro Claver (1580-1654), considerado el patrón de los esclavos, ya que pasó casi toda su vida en el puerto negrero de Cartagena de Indias, cuidando y atendiendo a los serviles que allí llegaban.

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En conclusión podemos decir que los esclavos fueron un sector muy numeroso y clave para la prosperidad de las colonias europeas en América, pero también fueron los grandes olvidados de la historia. Su situación de vida miserable, trabajos extenuantes y desatención por parte de sus amos llevaron a muchos a la muerte. Y aunque los cuidados de salud que recibieron fueron, cuanto más, deficitarios, el papel de los enfermeros en los mismos fue de gran relevancia.

BIBLIOGRAFÍA

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